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Los días 8 y 9 de noviembre se celebrará una feria y una recreación histórica
El 18 de julio de 1837 era apresado en la antigua Posada del Caño de la localidad pinariega vallisoletana de Alcazarén, hoy ocupado por una moderna vivienda levantada en ladrillo con una portada y un arco de piedra, el célebre bandolero madrileño Luis Candelas Cagigal. Lugar desde donde fue traslado, primeramente hasta Valdestillas y Valladolid, hasta Madrid donde seria ajusticiado a garrote vil en la Plaza de la Cebada el 6 de noviembre.
Un hecho histórico, pese a que la relación de Luis Candelas con Alcazaren fue relativamente breve, aunque eso sí, muy intensa, que desde entonces no ha pasado desadvertido para los vecinos, que han procurado mantener vivo en la memoria generación tras generación, hasta el punto de ser una de sus señas de identidad como lo son sus dos bellas iglesias de estilo románico-mudéjar y ser lugar de residencia desde hace más de cuatro décadas lugar del escritor y Premio Cervantes, Jose Jimenez Lozano.
Seña de identidad, que desde el consistorio presidido por el popular Alfonso García Cano bajo la coordinación de la oficina municipal de turismo, se quiere reforzar 177 años después con la celebración que la denominada I Feria de Luis Candelas que tendrá lugar los días 8 y 9 del próximo mes de noviembre.
Con vocación de que perdure en el tiempo, la feria y recreación histórica se inaugurará con una intervención José Jiménez Lozano, para continuar con un desfile con indumentarias de la época que concluirá en la Plaza Mayor donde tendrá lugar el I Concurso de Patillas Bandoleras de la Villa de Alcazarén. El programa de actividades organizadas incluye un mercado de artesanía, el I Certamen de Pincho Bandolero y la recreación teatral de la vida de Luis Candelas a cargo del grupo de teatro de la villa en el recinto cultural de la otrora iglesia románico-mudéjar de San Pedro, una charla sobre indumentaria militar y un recital literario.
Dos jornadas en las que el los vecinos de Alcazaren recurrirán a los trajes de época y a las patillas, las bandas de pelo facial que distinguían a estos míticos personajes armados que se dedicaban al robo, especialmente por asalto, al pillaje y, más raramente, al contrabando y al secuestro que se prodigaron por muchas zonas rurales de la península ibérica, sobre todo Andalucía, que el caso de Luis Candelas, conocido por su generosidad entre los compañeros o con los más desfavorecidos, fue más castiza ya que desarrollo su actividad delictiva principalmente en ciudades lejos del monte, de ahí que la persecución de este y sus compinches por parte de la justicia se hizo más ardua y laboriosa.
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